Desde esta ventana que se asoma,
a un mar de azoteas,
miro de los pinos sus copas,
jugando a bailar con la brisa.
La plaza que todo lo perdona,
está callada y mustia,
ya no hay bancos ocupados,
sólo el rumor de la lluvia.
Desde esta ventana,
que quiere ser canto a la vida,
miro la ausencia callada,
de lo que ayer fueron
trinos de golondrina.
Rafa Marín
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