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lunes, 30 de diciembre de 2019

Calvo

Longevas esta suerte de desgracias,
que sin pelo nos dejan.
Allá,
donde hasta el diablo es joven,
dejé lo mejor de mi cabeza,
la melena.
Suspiros supe despertar y ahora,
entre la testuz y las cejas,
no crece ni la verdad.
¡AY!
Dónde dejó dios su bondad,
que ni el diablo me lleva.

Rafa Marín 

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