Joker, El irlandés.
Son las 6 y media y me preparo para ir al
cine, llevo toda la semana esperando para ver la película. JOCKER.
En Sitges solo hay 2 cines, uno está a un
paso de casa, el otro a 2. Hace frío y salgo bien abrigado, después de la
película he quedado para cenar con mi mujer, el crío y unos amigos, tenemos
mesa para las 9, llegaré tarde, pero se me consiente, son los mejores.
Como decía, voy camino del cine, y,
¡joder! No tengo tabaco.
Me acerco a un estanco y me proveo de un
par de cajetillas, me siento feliz y confiado cuando enciendo un pitillo.
Estoy en la calle Jesús, derecha o
izquierda, hace frío, miro a la derecha, y me acuerdo de la película.
Curiosamente, no sé como catalogarlo, soy
incapaz de recordar cuál de los cines es cada uno. Y eso que llevo casi 19 años
viviendo en el pueblo, pero hace frío y ya estoy ...justo de tiempo.
Doblo una esquina y veo gente, me temo que
no va a haber entradas, sorteo con habilidad a los presentes y veo que la taquilla
está sin cola.
- Un adulto, por favor.
- Hola, Rafa. Me contesta la taquillera,
te va a gustar.
Llamo a mi mujer, pero no me contesta.
Aparece el acomodador y la gente comienza
a entrar, mi mujer me llama, justo ahora, la despacho rápido.
- Cariño, estoy entrando en la sala. Para
mí, pide pescado, ya sabes amor, que sea salmón o atún.
- Ya me dices como es la película. Dice mi
hermana que es fuerte, ya sabes no te contagies con el JOKER.
Me gusta estar cerca de la pantalla, 6° o
7° fila, pero hay mucha gente y tiene que ser la 4°.
Me siento y enseguida me rodean señoras y
señores, todo son abrigos y charlas despreocupadas.
Saco el móvil, me quiero asegurar de
inmortalizar el momento.
Joder! Solo me queda el 5 % de
batería.
Pongo el ahorro máximo, lo llevo las gafas
de cerca y trasteo para buscarlas, se apagan las luces, se me cae el abrigo, el
sombrero, las gafas y el teléfono.
Como buenamente puedo, recojo todo, las
putas gafas, no las encuentro.
La película está empezando, las voces son
en inglés, encuentro las gafas y agachado aún configuro el teléfono, no quiero
quedarme sin batería.
Por fin me arrellanó en el asiento.
Pero qué coño!, se ve un camión de los
años 50.
Muy educadamente, pregunto a la señora de
mi izquierda.
- ¿No daban Joker?
Me mira y me pregunta a su vez.
- ¿Entra a un cine sin mirar la cartelera?
No contesto
Un par de filas detrás, un chico y una
chica, parlotean divertidos.
-shhh, shhh, shhh
Hay tantos shhh, que parece un escape de
gas, pero la parejita no calla.
Me levanto y digo.
- ¿Por qué no os vais al puto bar? Seguro
que estaréis más cómodos allí.
Se callan.
La película me atrapa, Robert De Niro, me
fascina. Su movimiento de cabeza, la inquietante expresividad de su rostro
inmutable. Bueno, ya me he olvidado del puto JOKER.
De repente, el teléfono comienza a vibrar
en mi bolsillo.
Lo dejo, me encanta ver la mirada de la
señora de mi izquierda.
Al poco, otra vez, y otra y otra ...
Me pongo nervioso, no lo puedo apagar, no
tiene botón, se le cayó hace como un año y no llevo encima el trozo de plástico
con el que me apaño.
Lo saco y agachado en mi asiento y como
puedo, envió un WhatsApp ...
- Estoy en el cine.
No sé qué hora es, pero calculo que sobre
las nueve y media, debe de estar a punto de acabar la película.
Las llamadas se prodigan sin cesar y la
mujer de al lado suspira resignada mirándome.
Estoy tentado a responder, pero después
del espectáculo que lié al principio, no me apetece discutir con la parejita de
detrás.
Termina la película y trato de contestar a
las llamadas, son casi 40, me pongo muy nervioso.
Llamo a mi mujer, nada. A mi cuñada, a
Paco a Irene, José...
Ya en la calle, me llama Paco.
- ¿Dónde cojones te metes?
- Acabo de salir del cine, qué pasa?
- Tu mujer está muy nerviosa y no para de
llorar.
- Dónde está, dile que se ponga.
- Tú, quédate dónde estás, voy a buscarte.
- Y una mierda, que me digas que pasa.
Salgo corriendo para.
el restaurante, el
teléfono vibra en mis manos, es mi mujer.
- Dime, cariño, estáis bien?
- ¡Rafa!
- ¿Qué pasa, amor?
- ¿Estás bien? Estaba muy preocupada.
Llego a la calle del restaurante, mi hijo
corre hacia mí.
- Papi! Grita de lejos,
Me abraza y yo me siento perdido, confuso
y muy nervioso.
Sale mi mujer y me mira, tiene los ojos
llorosos.
- ¿Qué pasa? Le pregunto, con suavidad.
- ¿Se puede saber a qué coño de cine has
ido?
- ¿Está todo bien?
Aún no sé qué está pasando.
Ella me mira y me abraza, muy fuerte y al
parecer feliz. Da un paso atrás.
- Pensé que te había pasado algo.
Le refiero la conversación con Paco, ella
me mira.
Sonríe y me dice, estás bien y eso es
importante.
Me alargan una caja con una pizza de
salmón y una lata de cerveza.
Vamos a tomar algo, dice alguien.
Mientras me como la pizza por la calle, me
refiere mi cuñada, que An pensó que me había deprimido con la película o que me
había secuestrado, detenido, asesinado y no sé cuantas cosas más.
Ahora estoy pensando en ella, la cama está
deshecha y duerme sonriente.
Anoche, tuve que prometer que nunca iría
solo al cine.
Fin
Rafa Marín