Una tarde de lluvia
te vi llegar corriendo.
Como algas marinas
la cara te cubría el pelo.
Tus ojos me saludaban,
y lo apartabas de un gesto
Se despierta un instante
un escondido recuerdo.
Fue una tarde lluviosa
cuando sentí su dulce beso.
De la mano corríamos
felices bajo el aguacero
Dónde estará hoy?
En mis boca quedó el verbo.
No le pude a ella cantar
mis más tiernos versos.
La vida en su eterno pasar
se la llevó como al tiempo.
Dejando siempre él está
permitiéndonos este encuentro.
Rafa Marín
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