La noche que
apareció
era tan fría y
desalmada...
Peregrinos de
esta aventura
que con sus
vidas pagaban.
No fue un
sueño no,
que del hambre
brotara.
Si no la
hospitalidad de un pueblo
que la
consideraba sagrada.
Distintas
culturas se encontraron
y distintos
intereses no chocaron,
por una vez
todo atrás se quedaba.
Arropados por
el fuego sagrado
que como
manjar un pavo asaba.
Una noche de
conciencias,
sin colores ni
de pieles diferencias.
Una noche de
humanidad hermanada.
Para mi amiga
Mirna.
Mi más sincero
agradecimiento.
Un orgullo
compartirlo contigo.
Rafa Marín
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