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viernes, 6 de noviembre de 2015

El frío de la mañana



El frío de la mañana,

olvidado verso, me saludó

como lo hacía ella.

Con un paisaje turbio

de la humedad y niebla

chorreando por las ventanas

siempre ausente de todo.

Se cruzo mi mano

con un viejo cuaderno.

Con amores lejanos

de letras estaba lleno.

Sólo por leer apareció,

uno con tu recuerdo.

Callado miro las brillantes

calles de ociosa humanidad.

Entre mis manos este cuaderno

canto eterno para la vanidad.

En él dejo versos que nadie

en el tiempo jamás leerá.

Como esta sed que me mata

que la producen tus versos.

La visión de tus labios

que como versos quiero míos.

Las aguas de ese mar

que en tu flor es puro rocío.

 

 

Rafa Marín

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