En las nubes
rosas que trajo
este atardecer
tan otoñal
hago castillos
de sueños
que mañana ya
no estarán.
Una luz se
pinta en el horizonte,
está más allá
de este anchuroso mar.
Cargado de
diferencias que el tiempo
ni mi cansado
cuerpo pueden saltar,
unas pocas
letras y quizá un algo más.
Infatigable la
duda y un alma herida
de tanto los
viejos tiempos recordar.
No me digas lo
que piensas que quiero,
tú siéntate y
a mi voz ponte a escuchar.
Ya no quedan en
mi corazón ilusiones
que por culpa
de amores me puedan fallar.
Aunque si, un
tal vez la próxima será.
De esos que se
olvidan con tres tequilas
en la barra de
ese sórdido bar.
De señoras tan
amables que sólo
es mi cartera
lo que se proponen vaciar.
Rafa Marín
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