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sábado, 21 de noviembre de 2015

Invocamos perdidos a los dioses


Invocamos perdidos a los dioses

en cuyo nombre matamos.

Inconscientes como niños

de cinco años repartimos crueldad

y luego para exculparnos lloramos.

Somos egos desmedidos e insaciables.

Cantamos amorosas letras disfrazadas

que sólo describen lujuria y posesión.

Comercio de cuerpos y sentimientos.

Qué decirte. ¿Acaso soy yo mejor?

no lo creas.

Este canto desesperado no es más

que llanto superfluo de un alma

que no comprende.

 

Rafa Marín

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