En silencio está la casa.
De vida casi ausente.
Sólo una pequeña flor
en el salón resplandece.
Está hay desde siempre
nunca supe quien la trajo.
Me seduce la idea de huir,
como si fuera perseguido
por un suceso inquietante.
Correr y a la vez mirar
por si me siguen un instante.
Se revela mi boca
en este cruel silencio.
Como aquellos días
que se fueron en el tiempo.
Palabras que entre mis labios
hoy renacen como verbo.
Por eso ya no lloro cuándo
con otro pasear te veo.
Que en tu triste mirada
a veces
leo la sombra
de aquel amor que fue reo
de mis brazos y de mi boca.
Rafa Marín
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