Abrumado hoy te miro.
Veo como caen a tus pies,
sobre el desnudo suelo,
cada una de las prendas,
que cubrían tu cuerpo.
En este soez aquelarre,
tú resplandeces desnuda;
frente al fuego de mi mirada.
No soy más que carne,
para tu desmedida ansia.
Un puñal que en ti se clava.
Sonríes desnuda flor,
para irte de rocío bañada.
Tú, de blancas manos,
siempre estás esperanzada.
Aguardas mi regreso cada día,
asomando tus ojos por ventana.
Rafa Marín
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