Cada día la miro.
Ahí callada,
sin el humo negro
que antes la anunciaba.
Ahora no está caliente
vapor en su panza.
Sólo ratones y hojarasca.
Tiene prisa este tren
que lleva seres ausentes,
de miradas vacías
y gestos urgentes.
Tiene prisa como el niño
que espera acaben las clases.
Me asomo cuidadoso
al espejo de esta casa.
Que me muestra
entre alguna foto y palabras,
lo humano lo verdadero
y hermoso de esta vida
que entre versos llevamos.
Rafa Marín
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