Asomado al cristal sucio,
ventana de cielos cubiertos
dejo vagar la imaginación.
Entre nubes volando la veo
de rojo adornada, una ilusión
es la tarde de este otoño.
Son como heridas mi historia.
Las que el impúdico cuerpo
muestra y de ellas se vanagloria.
Pero nada digo de las otras ...
¡AY!, tantas y tan hondas.
En silencio me acurruco
en este rincón que habita el polvo.
De todos ellos este de la casa
es mi más preciado tesoro.
Aquí cuando el día amanece
el sol parece ser de puro oro
Corro tras esta sombra que
como sutil conciencia emerge
entre los callejones sucios
donde su refugio ambulante buscó.
Le agrada decirme quien soy yo
y recordarme por qué de mi huyó.
Rafa Marín
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