La soledad de tus horas,
esa que no puedo llenar;
se dibuja entre mil sombras
escogidas al azar.
Mi boca que no te nombra,
labios que olvidaron rezar;
le gritan a mí alma que corra.
Nada llena la botella rota
que no se sabe saciar.
Un cielo sin estrellas,
largas noches de soledad.
Rafa Marín
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