Hay tres amaneceres muertos,
arropados de frío y soledad.
Sueño que por los aires vuelo;
ave Fénix que no sabe resucitar.
Sonrío y quisiera ser suelo,
para de una vez dejarme pisar;
como los dioses del desconcierto,
una hoja blanca por rellenar.
Velas hichadas por la nada,
canto de pinzón enjaulado,
voz que el vacío destapa.
Así, de flor en flor saltando,
fantasma de la madrugada,
atrapado en su cansancio.
Rafa Marín
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