Capítulo 2° (recuerdos)
Recordaba los primeros días de instrucción, que duros fueron, pero que reconfortantes. Al finalizar el día, aún había tiempo para las bromas, para la amistad; para sentirse en paz.
En esos días conoció a los que hoy eran sus hermanos. Cuando alguno, llevado por el instinto se escapaba en mitad de la noche e iba a buscar a una chica, el paso al frente unísono cuando buscaban al culpable y la sonrisa condescendiente del sargento al imponerles el brutal día de marcha. Si, todos eran uno y así se les inculcaba.
Ya casi había olvidado su vagabundear y las noches de amargo llanto.
Ahora se sentía querido, respetado y útil; responsable de sí y del resto de sus camaradas.
Por alguna razón, estaba físicamente mejor dotado que el resto y utilizaba ese don para ayudar a los demás, no para imponerse, ni para abusar.
Recordaba las miradas de gratitud y el cigarrillo, el toque en el hombro, en fin, lo que decía, ser uno de la familia y no el desconocido que llegó al cuartel aquel día en el que ya no pudo aguantar más.
Todos sin excepción, desde el capitán al último recluta compartían ese código; nadie se queda atrás, nadie es prescindible.
Le nombraron jefe de sección, una tarea que todos aplaudieron, eso le hizo aún más responsable. Al poco tiempo le llamaron al despacho del coronel, no se preocupó mucho, aunque no era lo habitual, de tarde en tarde ocurría. Un ordenanza le saludó y le dijo, están todos dentro y, parecen de buen humor. Una duda en la mirada fue su única respuesta.
El cabo le volvió a sonreír y musitó ... tranquilo hombre, "copito de nieve" no te va a comer.
Se quedó plantado frente a la puerta, sonó un teléfono y oyó. Si, mi coronel.
Pasa, te están esperando, dijo con sonrisa bobalicona y, suerte.
Dio tres pasos, se detuvo junto a la puerta, agarró el pomo y ...
Avanzó decidido hasta el centro de la estancia, se cuadró, se presentó y saludo mecánicamente.
Oyó el descanse mientras miraba al coronel y a los tres hombres de paisano.
Soldado ... le presento a ... b ... y c ...
Supongo que sabes quienes son, así que está reunión no está teniendo lugar.
Su nuevo destino es la escuela de oficiales, tenemos planes y usted será la herramienta.
Sonó un timbre, el examen había acabado. Ahora era teniente y le aguardaba su nuevo destino, quería ser boina verde, eso para empezar.
Aquí comenzaban los planes de otros y se sintió orgulloso, como un novio en la boda, como se siente el perro fiel que es recompensado con unas palmadas y un gran trozo de carne.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario