Tengo perdidos en la mirada,
tres tardes y dos amaneceres.
Todos con sábor a barro y olor a infierno.
Tengo el mis ojos perdidas;
tres madrugadas, cielos negros,
sin estrellas y la tierra blanca.
Tengo en mis ojos estos versos
y un maldito silencio
que de callar se cansa.
Miras mis manos tendidas
y sólo las ves vacías,
sin monedas ni perfumes ni caricias.
Pero no ves que son una súplica,
un perdón y un corazón que expira;
el último aliento de una voz
que bajo el frío cristal se quiebra.
Miras mis manos tendidas
y sin decir nada la mirada apartas.
tres tardes y dos amaneceres.
Todos con sábor a barro y olor a infierno.
Tengo el mis ojos perdidas;
tres madrugadas, cielos negros,
sin estrellas y la tierra blanca.
Tengo en mis ojos estos versos
y un maldito silencio
que de callar se cansa.
Miras mis manos tendidas
y sólo las ves vacías,
sin monedas ni perfumes ni caricias.
Pero no ves que son una súplica,
un perdón y un corazón que expira;
el último aliento de una voz
que bajo el frío cristal se quiebra.
Miras mis manos tendidas
y sin decir nada la mirada apartas.
Rafa Marín
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