Se despierta este amanecer,
destellos de un sol amarillo,
entre hojas de laurel y salvia.
Otro escondido y duro silencio,
que no pasó de ser madrugada.
Ahora te miro desde este puesto,
al que la paz nunca asalta;
eterno tal vez, lleno de palabras.
Un sin querer que no dice nada.
Rafa Marín
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