Se derrama la noche
en gotas de agua,
su murmullo y su frescor,
en mis ojos se hace eco.
Ya nadie pide unas manos sinceras,
aunque no sean poesía,
sólo buscan el calor del sexo,
en rincones de la osadía,
en camas de lino y aloe.
Todo se volvió sinsabores,
comercio y cuerpos expuestos.
La noche se derrama solitaria,
reflejos en charcos olvidados,
la calzada y sus brillos fríos,
no alumbran en los callejones.
Camas que no tienen doseles,
sueños en miradas perdidas,
la noche se derrama en lluvía,
porque ya no quedan heróes.
Rafa Marín
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