Paseaban mis zapatos,
por esa vereda perdida;
sueños cabizbajos,
perdidos entre las margaritas.
Paseaban mis pasos,
porque atrás quedó mi vida,
entre cuentas con barro,
de la más pura arcilla.
Caminaban cuesta abajo
y corrían cuesta arriba;
un desierto de modales
que a todos dan envidia.
Rafa Marín
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