Hay una verdad callada y dura,
la que nadie pregona.
Hay una mirada perdida,
que ni la fe resucita.
Hay lágrimas que nacieron,
para esta tarde bendita,
manos obreras que creen en dios,
aunque este señor no exista.
Hay, un agujero sin fondo
y una pena que ya está maldita.
Hay un cielo sin escaleras,
hay un llanto naciendo puro.
Hay gargantas que no gritan,
llenas quedaron de tierra.
Rafa Marín
Precioso Rafa. Qué pena más grande, pobrecito
ResponderEliminarSi, ya sabes Montse, no hay escaleras al cielo.
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