Sobre el atril
descansa ahora
cerrado.
Ya no tiene
quien
con sus
blancas manos
en delicado
gesto
abra la
cubierta
de damasquinado
relieve
y en las letras
sus ojos pose.
Mudo quedó
en el perpetuo
silencio
de estos
pasillos polvorientos
por la edad y los
sueños.
Sólo de tarde
en tarde,
sobre el
empedrado del fresco atrio
unos pasos
distraídos resuenan
como el
antiguo canto
de versos que
cantaron amores
por siempre ya
olvidados.
Rafa Marín
No hay comentarios:
Publicar un comentario