Ociosos como
ratas de laboratorio
vivimos en
esta sociedad de enfermos
vejestorios
deseando escribir
su página en
la historia.
Cargando sus
sangrientas plumas
con la vida de
los desheredados.
Mientras. nos
vestimos a la moda
producto del
sudor de miles de niños,
esclavos de
nuestra pomposa sed
y esparcimos
con jocosa naturalidad
nuestro
sufrimiento banal por unos amores
y deseos carnales
nunca satisfechos.
Somos
habitantes de un único mundo
que entre
alambradas de espino
y asesinas
cuchillas vamos dividiendo
en absurdas fronteras
imaginarias
que para otros
son un sueño.
Protegemos
nuestro pequeño infierno
de unos ángeles
casi siempre negros.
Rafa Marín
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