Recuerdas
hermano.
Aquella noche,
que delicada
brillaba
la bóveda de
estrellas.
La casa a las
afueras
sin techo sin luces
sin vida
alguna.
Sólo los
murmullos
que salen de
la tierra.
Éramos ocho
cruzando
la carretera
desierta.
Cuando de
repente asoman
como ratones
dos niños
sus diminutas
cabezas.
Canijos como
hormigas
callados
miraban sin quejas.
Sus caras
pintadas de hambre
parecían todo
orejas.
Recuerdas
hermano.
A darles
comida te quedas.
Tumbado en el
suelo muerto
te encontramos
a la vuelta
con un tiro
entre las cejas.
Rafa Marín
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