Desnudo me
sumerjo
en las opacas
aguas
de este mar
que es negro.
La caricia me
despierta
de estos
oscuros sueños.
Y aquí sigue
mi alma
con su eterno
empeño,
mientras en el
acuoso espejo
la difusa luna
parece gritar.
¿Dónde están
sus luceros
que cada noche
se pierden
como
enamorados urgentes?
¿Dónde irán
que ella los
reclama insistente?
Un continuo
vaivén
de noche y
cuerpos celestes.
Una voz que
ahora
en el silencio
se pierde.
Rafa Marín
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