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jueves, 20 de agosto de 2015

Fue una tarde de primavera


Fue una tarde de primavera,

del cielo colgaba un sol de agosto.

En tu cara lucían las pecas,

eran como perfectas pepitas de oro.


La piscina plana y solitaria

parecía un espejo de bruñido cromo.

Verde está el jardín de grama,

al fondo solitario se ve el chirimoyo.


Embrujado está el ambiente,

aroma de los parterres de rosales rojos.

Hasta los claveles de reventón

son hoy sangre en la arena del coso.


El silencio es miel esparcida.

Hoy las cigarras de silencio hicieron voto.

Mientras en las ramas bajas

nos miran gorriones milos y los petirrojos.


Los dioses de cielo se embelesan

contemplando este lugar tan hermoso.

Cupido y Artemisa no apuntan

hoy con sus arcos este mi corazón fogoso.


En tus delicadas manos estaba

de poemas gastado libro de liviano lomo.

En las mías llenas de callos

un trébol que a la tierra enamorado le robo.


Las miradas bajas todo lo decían

pupilas clavadas en ojos que miraban ojos.

Y en fuego el aire se encendía,

huracán, viento de levante, brisa...soplo.


Al tiempo los ladrones lo seguían

y en nuestro silencio se produce el robo.

Entre los pinos él ya se oculta,

pintando el cielo de grises rosas y rojos.


Fue una tarde de calladas bocas,

y corazones latiendo como jóvenes potros.

Una tarde que llenó el silencio

y en mi alma dejó sólo un sueño roto.



Rafa Marín


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