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domingo, 16 de agosto de 2015

Lánguida tarde


Lánguida tarde,

de horas perezosas,

que bailan en torno

a un viejo reloj sin cuerda.

Tarde de recordarte

en aquella playa,

desnuda entre las olas bravas

y desérticos paisajes.

Buscabas caracolas

y te encontraste, con mis ojos.

Tu sonrisa de blanca espuma

y el ¡AY!

que nació en mi pecho.

Como digo lánguida tarde,

de sol limpio y cansino ajetreo.

Leyendo en una revista

te reencuentro.

Diva eres,

del superficial mundo

que tanto te oí criticar.


Rafa Marín

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