Dos autos
ronronean
en la noche
cerrada.
Sus rostros de
rocío
baña la
madrugada.
Eran cuatro
y el paseíllo
les daban.
Tú, de
renombre
y cara aniñada
quizás
te preguntabas
por qué
a la libertad
se mata.
¡AY! crueles
son dóciles
asesinos
de los amos que
mandan.
En un barranco
solitario
donde las
estrellas parecían
las lágrimas
que lloraba.
Dos crímenes
se cometieron.
Matar
inocentes e impedir
a las familias
tumbas para llorar.
Rafa Marín
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