Recuerdo tu
mirada,
suplicante
anochecer.
Entreabiertos
me ofrecías
cuando ayuda
reclamabas
unos labios
tersos
como pétalos
de flor.
Me embriagaba
sin yo querer
ese aroma
de mujer que
despertaba.
Temblorosa
esta tu piel
cuando mis
manos agarran
caminito de mi
casa.
Entre versos
te guardé
junto a Cyrano
como camarada.
Caballero sin
espada te ofrecía
mi cama
mientras en el sofá
mi alma se
torturaba.
Cuatro noches
te guardé,
cuatro de
agonías colmadas.
Tú como frágil
mujer
yo como hombre
que amaba.
Rafa Marín
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