¿De qué sirve
amar (te)?,
sin la dicha
del diario
encuentro.
Sin ese
palpitar loco
de tu pecho
al rozarlo mis
manos.
¿Todo queda
reducido a esto?
¿Al mero rezar
a los dioses
paganos?
Sentir el
momento supremo
de nuestras
manos, ¡OH ansiado!,
y no ser más
que una cama
vacía al despertar.
De qué sirve
¡dime!
Acaso tú no
sientes este fuego.
Cálido hogar
en las noches
de invierno,
remanso donde
descansar.
¿De qué sirve
soñar?
Si tus ojos y
los míos
nunca se
encontraran.
Rafa Marín
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