Que pena tan
grande
me contaban
tus ojos.
Cuando en mi
pecho
te alojaste
entre sollozos.
Decían de
amores perdidos,
niños en campo
de abrojos.
La camisa me
empapabas
un mar manaban
tus pozos.
Más que
saladas lágrimas
parecían flor
de pétalos rojos.
En mi alma se
clavaron ellas
espinas de
acacia astas de toro.
Rafa Marín
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