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domingo, 3 de febrero de 2019

Una luz en la nada ( relato corto)

La mujer miraba el fondo de la taza vacía, como si quisiera o pudiera ver en los restos del último café.
Levantó la cabeza con tiempo suficiente para ver el arma y el fogonazo. Incluso llegó a balbucear.
- Que ironía...
En la cafetería, nadie oyó ni vio nada.
El "limpiador", volvió a ocultar el arma bajo su abrigo y con medida frialdad se terminó su batido de frutas.
Varios años antes, en algún lugar de la frontera entre URSS y Mongolia.
La vastedad de la tundra helada la sobrecogió, era una nada imposible, una lejanía absoluta. Recogió el paracaídas y cavando un pequeño hoyo lo metió en él y lo sepultó.
Volvió a mirar al horizonte, hacia el sur, creyó ver un pequeño punto oscuro que se movía. Respiró algo aliviada y se sentó a esperar.
Llevaban meses intentando descubrir aquella base secreta, pero desde que llegó hacia mediados de mayo, todo resultado había sido infructuoso. El invierno no ayudaba y las continuas averías en el transporte la desesperaban. La noche era gélida y la luna llena daba con su luz un aspecto fantasmal al paisaje nevado. La mujer salió al exterior, por una pequeña abertura en la estructura de lona Blanca que camuflada al transporte y el pequeño campamento. Miró al difuso horizonte y entonces lo vio. Como a 6 km de distancia, una luz que salía del suelo dibujó un brillante cono invertido. La había descubierto, volvió a entrar y enseguida salieron varios miembros con prismáticos y un telémetro. Susan, estaba feliz.
Se confirmó la posición y con una pequeña antena parabólica se transmitieron los datos al satélite.
Desde la insondable negrura del espacio se escrutó minuciosamente la zona, nada. La tecnología no detectaba nada y el mando conjunto exigía pruebas.
En el campamento se organizó la patrulla. A la noche siguiente, Susan y tres unidades operativas irían hasta el lugar para tomar fotos y recabar toda la información que pudieran.
Paso el día nerviosa y repasó el equipo por 5° vez. Algo le decía que no iba a salir bien, pero enterró sus dudas y procuró descansar. A las 20:00 h, la patrulla inició la operación. La nieve era profunda y tardaron 5 horas en hacer la distancia. Al llegar, sólo descubrieron una superficie circular sin nieve, un trozo de tierra y nada más.
Dispuso todos los aparatos de medición, pero estos no funcionaban. Se sintió frustrada y casi indignada; después de tanto tiempo y quizás, lo que vieron fue solo una unidad móvil. Se debatía en esta idea, cuando de repente la textura del suelo comenzó a cambiar. La luz la atrapó y de inmediato todo desapareció.
Cuando despertó varios meses más tarde, estaba en una cama en un hospital de Ulán Bator, se sentía rejuvenecida y recordó aquellos maravillosos seres que la acogieron. Las conversaciones sobre física, matemáticas y filosofía. Un sueño del que ahora despertaba.
Intentó levantarse y en esos momentos la habitación se llenó de médicos y enfermeras y militares uniformados.
Al instante comenzó lo que más tarde llamaría su odisea.
Se le hicieron preguntas, muchas ... demasiadas, por alguna razón, en aquel momento se acogió al no recuerdo nada.
Le preguntaron por los militares desaparecidos, por la extraña rejuvenización de su cuerpo. Por la luz de la que informó, por como aguantó 3 días en mitad de la tundra, por sus balbuceos durante el coma.
No recuerdo, no recuerdo,  no ...
Fue sometida a pruebas psicológicas, test de comportamiento y demás, pero misteriosamente los superó todos, polígrafo, pentotal sódico y otras drogas de la verdad.
No recuerdo, no recuerdo,  no ...
Al final la creyeron y la dejaron ir. Había perdido su estatus, su trabajo, su vida; se sintió libre y buscó un pequeño instituto en el que dar clases a jóvenes que nunca destacaría.
Una tarde, en una cafetería frente al colegio, mientras tomaba café con una compañera, dejó escapar la experiencia que había vivido, notó que su compañera se levantó con prisa, pero ella creyó que la había tomado por una iluminada. No vio es gesto que esta hacía al hombre del abrigo, estaba mirando al fondo de la taza.
Solo al levantar la cabeza lo entendió todo.
Fin
Rafa Marín

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