Amante del amanecer,
entre gasas y fuentes.
Nereida y también pléyade
y sirena presta a la sangre;
que de mi herida mana.
Así eres cada amanecer,
insaciable oído de mi voz,
que en este claroscuro,
es alondra que sutil canta.
Amante de un sin querer,
que cada día te atrapa,
para verte ahora renacer,
río en su cauce de plata.
En la noche eres hambre,
caricias que entretejes,
con el eco de mis palabras;
sueño que nos verá perecer.
Rafa Marín
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