Sobre la cama estoy tirado,
dueño quizás de esta razón,
que nadie nunca me ha dado.
Pienso cada día esto un montón,
cuando con nada he comulgado,
viviendo entre el dolor.
Aleluya! Aleluya! voy cantando,
mientras mis ojos amor,
de pena están llorando.
¿La verdad dónde quedó?
Quizás este rezando;
confundida entre el carbón,
de una larga noche de verano.
Ayer, cuando aún había perdón,
yo me negué a tender la mano;
preferí afrontar la maldición,
de tus ojos tristes y enamorados.
Rafa Marín
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