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martes, 19 de febrero de 2019

El reflejo ( relato corto)


El espejo saltó en mil pedazos y su puño comenzó a sangrar. El reflejo distorsionado de sí le devolvió a la realidad.

Miró a la mujer desnuda sobre la cama deshecha y vio la profundidad de su triste mirada.

- ¿Por qué? Articuló a decir. - ¿Qué quieres de mí?

Por la mejilla de la mujer se deslizó una silenciosa lágrima.

Se sintió un monstruo, un ser despreciable. Permaneció un momento de pie y en silencio, como una estatua desnuda de Héctor herido por Aquiles.

Se acercó al galán y tomando su cartera, dejó junto a la mujer todo el dinero que contenía.

Ella musitó.

- No hace falta tanto.

Él no respondió, ya miraba ausente por la ventana.

Sin volverse, oyó como se vestía y el taconeo de sus pasos hasta la puerta.

No supo cuanto tiempo permaneció allí, junto a la ventana.

Anochecía cuando se volvió hacia la cama, sobre ella estaba su dinero. Noto la herida palpitante en su mano y un vacío en el pecho.

Se aseo y una vez vestido, salió a la noche.

Caminó sin rumbo y se detuvo frente a un escaparate, los ojos muertos de los maniquíes le recordaron su naturaleza. Sonrió tristemente y vago el resto de la noche.

Se despertaba ya el amanecer entre brillos y tráfico cuando se percató de que dos hombres le seguían.

Torció la esquina y se amagó en la entrada de una tienda, oyó a los hombres acercarse y mascullar al no verle.

Pasaron junto a él sin verle, miró su reflejo en el cristal y se iluminó un fuego en su mirada.

- ¡EH! Les gritó en la penumbra del callejón.

Despertó en la cama, tenía la boca pastosa y estaba bañado en sangre. En un principio no recordaba ni quién era. Poco a poco su mente y sus recuerdos se aclararon.

Miro el espejo roto de la habitación y desafió al reflejo distorsionado que le miraba.

Sonaron golpes en la puerta.

Se acercó dócil, él lo hizo y debía entregarse.

Abrió y en el umbral estaba ella.

- Te quiero a ti, le espetó desafiante, y antes de que él pudiera responder, entró y lo arrastró a la cama ensangrentada.

Se dejó amar y amó, como si no hubiera un mañana, quizás no lo haya, se dijo mirando al espejo que reflejaba dos seres entrelazados, ella con alas blancas y él, con las suyas emplumadas de negro.



Fin

Rafa Marín


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