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domingo, 1 de abril de 2018

Un día o dos o tres

Sobre el pulido cielo quedó,
mirada fija de luz apagada,
el azul con sus ojos disputó,
lo más hermoso de su mirada.
De brillos el negro se llenó,
el hielo fue manta para su cara;
quizás una lágrima allí asomó,
ojos que nunca, nunca lloraban.
Nuevas horas y un nuevo sol,
con el tiempo vino la esperanza;
un día entero que ya pasó,
sin que nada en verdad pasara.
Otra vez la santa noche se acercó,
siempre de puros brillos engalanada;
otra vez el frío a él se aferró,
no tuvo descanso su alma cansada.
Otro día y a la vida otro adiós,
sin que la paz por fin le alcanzara;
solo el dulce trino de una voz,
un ángel que risueño lo encontraba.

Rafa Marín

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