Eran las 23:50 horas, en diez minutos comenzaría la tregua en este sector del frente. Todos estaban atentos, ya se sabe, quizás sólo fuera una treta nada más; ya había pasado en otros sectores, eso decían, así que la tensión era máxima. Los francotiradores apuraban los minutos, como niños que alborotan un hormiguero y luego pisotean a los insectos; psicópatas necesarios. Ya habían caído tres pardillos, eso no me pasará a mi, me encogí en mi agujero y decidí esperar fumando. Por todo el sector aullaron las sirenas, se lanzaron cientos de bengalas, hasta se corrió la voz, el cese de las ostilidades iba a ser definitivo...
Las primeras cabezas asomaban cautas, ningún disparo, ninguna baja, la cosa va en serio oí gritar al pobre del agujero de al lado; yo seguí escondido. Alguien comenzó a cantar, no era la noche de navidad, pero el Noche de Paz, se elevó a los cielos como lo hicieran horas antes el fuego y la metralla. Por un instante casi llegué a creérmelo...
Pasaban las horas y yo seguía fumando y esperando, la línea del frente ya era una mezcla de abrazos, saludos e intercambios de objetos, ya no se distinguía a amigos y a enemigos, por todos lados se decía que el horror de esta guerra por fin se acabó. Con un indolente gesto ajusté el dial de mi intercomunicador ... aquí noche 1, responda control ... Bzzz. Aquí control ... bzzz ... noche 1; active orden ejecutiva venganza final ... bzzz ... aquí noche 1; iniciando orden ejecutiva venganza final ... corto ...
Saque del bolsillo el pequeño mando y pulsé el botón verde. Una horrorosa sucesión de explosiones recorrió el sector, la palabra venganza se oía entre los quejidos de los heridos.
Los francotiradores se afanaron sonrientes en su caza; yo me encogí en mi agujero y encendí otro cigarrillo. Pobres, pensé; nunca aprenderán, este negocio está viento en popa, como lo iban a cerrar.
Fin
Rafa Marín
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