Llevaba
varias semanas esperando aquel día, hacía varios años que no se veían y siempre
fueron muy buenos amigos.
El
vuelo llegó puntual, pronto empezaron los abrazos felices, las miradas cómplices
y los suspiros de alivio. Pero él no estaba, se acercó al mostrador de la
compañía aérea y pregunto si en el vuelo que acababa de llegar, faltó algún
viajero. Le dijeron que no, que el pasaje estaba al completo.
Dio
el nombre de su amigo, pero le contestaron que esa información era reservada y
no se la iban a dar.
Un
poco decepcionado se dirigió a la salida, tomó el coche del aparcamiento y
cogió la autovía hacia la ciudad, no llevaba ni 20 minutos, cuando recibió un
mensaje, al poco otro y luego otro más. Ante la posibilidad de que fuese su
amigo, paró en el primer sitio habilitado para ello; efectivamente era su
amigo, con dedos urgentes le dijo que no le había visto y que daba media vuelta
e iba a buscarle.
-
¿Cómo te reconoceré? Preguntó.
-
Porque llevo una maleta de color rosa con una gran aspa verde por ambas caras-
-
No te muevas del vestíbulo, en media hora estaré allí. Fue su contestación.
Llegó
de nuevo al aeropuerto, con una enorme sonrisa empezó a buscar entre el público
del gran vestíbulo, ante su asombro, junto a la maleta rosa de las aspas, había
una mujer muy hermosa y elegante; algo se le rompió por dentro, bajo la cabeza
y con un semblante muy serio tomo el teléfono, buscó en contactos el nombre de
su amigo y bloqueó el número.
Subió
a su coche y volvió a su casa indignado, nunca imaginó que su amigo era uno de
esos.
Mientras,
en el vestíbulo del aeropuerto un hombre con pantalón vaquero y americana
sport, daba las gracias a una mujer por guardarle la maleta durante aquella
inoportuna urgencia.
Fin
Rafa
Marín
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