Pues va a ser que no,
mirar a la cima del monte,
eso no es para mí.
Yo, sin ser un dios,
miro desde arriba
a los valles sombríos
y cubiertos de niebla.
Ya me cansé de Venus
y sus torcidos espejos,
de ficticias humedades;
vaho que de mí empapó,
hasta los verdes cristales,
los puros con los que miro,
los rotos por medias verdades,
los que murieron de ilusión.
Rafa Marín
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