Por fin salía el sol, llevaba lloviendo muchos días seguidos y el
servicio de limpieza paso temprano por la tranquila calle algo alejada del
centro.
El operario, retiró la bolsa que estaba completamente mojada y
viendo que solo contenía una hoja de papel, metió dentro la mano la tomó y
volvió a colocar la misma bolsa puesta del revés. Iba a tirar el papel mojado
dentro del contenedor de reciclaje, pero algo le llamó la atención.
Con manos torpes desdobló la hoja casi desleída por la lluvia y
leyó la nota manuscrita, decía así:
"Ayúdeme, nadie me tiene secuestrada y nadie me maltrata, es
solo que me siento sola y no puedo aguantar más"
Como era de suponer, el pobre hombre se quedó allí plantado con la
nota en la mano y un semblante triste y preocupado, no había nada en la nota
que le permitiera identificar a ésta persona, hizo un gesto con la cabeza, se
encogió de hombros y tiro la nota al contenedor.
Al día siguiente, el mimo operario, miró la misma papelera y
encontró la misma nota, esta vez seca y sin duda alguna con la misma letra.
Pensó que alguien le gastaba una broma, miro a su alrededor y no vio a nadie,
se guardó la nota en el bolsillo y siguió con lo suyo.
La escena se repitió a diario, el trabajador, cada vez más intrigado
decidió averiguar quién era esta persona y diseñó un plan; se escondería y
observaría quien ponía la nota, total, esa papelera siempre estaba vacía.
Pidió unos días libres y disfrazándose de indigente, plantó unos
cartones en una esquina desde donde veía la papelera.
El día paso lentamente y nadie depositó nada en la papelera, pero
ya entrada la noche, vio venir a una joven, que con un rápido gesto tiró un
papel en aquel mar que era la papelera.
El hombre al ver a la chica de cerca rompió en un desconsolado
sollozo, pues aquella joven era su hija.
Fin
Rafa Marín
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