Ya no soy el niño que se marchó,
huyendo de tu tristeza y su soledad.
Ya no soy aquel retoño torcido
que tú quisiste enderezar.
Del suelo brotaron las piedras,
largo camino hasta regresar.
Ya no soy aquella dulce mirada,
ni tengo una vida de paz.
Pobre y triste mami,
hoy me verás ahorcar mami,
ya dejé de ser tu triste chaval.
Del mundo y sus aventuras,
elegí revolcarme en este lodazal,
calles cubiertas de fuego,
dinero facil para gastar.
Así, que no llores por mí mami,
deja que tus ojos se llenen de paz,
hoy encontraré ese reposo
que la vida nunca me dará.
Rafa Marín
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