y al los cielos se elevaron
loas al Dios supremo.
Las madres abanderadas
de esta absurda bendición,
mostraban a sus hijos
la imagen del monstruo.
Mirad, mirad al malvado,
al supremo criminal,
los niños miraban asustados.
En la jaula había un hombre
que osó pensar distinto.
Qué nos trae este único pensar?
Dioses con pies de sucio barro
y botas de hierro para pisotear;
la belleza de los que son distintos,
el grito de los que amamos la libertad.
Rafa Marín
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