Abrió los ojos y miró desorientado, de repente, cayó en la cuenta,
se había dormido, Era el segundo día que se quedaba dormido. Corrió escaleras
abajo y por suerte, llegó a la parada al mismo tiempo que el autobús. Se notaba
extraño, como si todo el mundo lo mirara y rehusaran acercársele, se sentía
observado.
Cuando llegó a la oficina, todos se callaron, algunos incluso
apartaron la mirada, otros le saludaron tímidamente y siguieron a lo suyo,
incluso vio como murmuraban descaradamente y ocultaban la sonrisa con la mano;
sentía, como no, observado.
Decidió no hacer caso a nadie, total, en cinco años era la
segunda vez que se quedaba dormido, y algunos de los risueños lo hacían cada
lunes y nadie les prestaba la menor atención. Para silenciar bocas, renunció al
descanso para la comida, pero se sentía observado.
A las cinco de la tarde, se levantó y dejó la oficina, caminó
hacia la salida con la cabeza bien alta y sin mirar a nadie. Incluso cuando
todos rompieron en una sonora carcajada, se limitó a levantar una mano en forma
de peineta, aunque si, se sintió observado.
Ya en la calle, vio como el autobús llegaba y volvió a correr
hasta la parada. El conductor le miró, y sin decir nada, meneo la cabeza
condescendientemente; todos los pasajeros se apartaban, pero él los ignoró,
aunque se sabía observado.
Cuando llegó su parada se apeó, entonces un niño señalándolo dijo
a gritos a su madre.
- Mamá, mira, ¡un señor desnudo!
Fin
Rafa Marín
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