Vistas de página en total

martes, 13 de marzo de 2018

La puerta (relato corto)

Cada mañana la veía ahí, era una tapia enorme, de unos cinco metros de altura por doscientos de largo. Permanecía extrañamente blanca, ningún desconchón, ni siquiera una pequeña pintada; sólo una puerta, solitaria, negra y cerrada. Por un momento se sintió confuso, nunca había reparado en ella, además, llevaba días soñando con puertas; verdes, negras y de todos los materiales, madera, cristal, incluso alguna vez solitarias, en medio de la nada y sin el abrazo de un muro rodeándolas.
Una tarde, al volver del gimnasio, se acercó a mirarla de cerca. Parado frente a ella la miró, parecía extrañamente limpia pese a su color negro mate, tenía una maneta muy elaborada, con forma de mano y se sintió atraído, pero algo en su interior le grito:
- ¡NO!
Confuso y algo asustado se marcho a casa. Las horas pasaban y no podía dormir, tomo la vieja cámara y decidió hacer dos fotos, enfocó cuidadosamente y disparó; bajo la luz anaranjada de la calle nocturna, la puerta parecía una boca que le llamaba.
El nuevo día le sorprendió y pensó; me he dormido. Tomo una ducha rápida y corrió hacia la oficina; quizás fue la prisa, pero no reparó ni en la tapia ni en la inquietante puerta negra.
El día fue complicado y termino tarde, quedándose a cenar por ahí. Cuando volvió, la tapia estaba cubierta por un andamio y este forrado por una lona inmensa que mostraba un dibujo del futuro edificio que se construiría. Se sintió relajado y durmió sin sueños y plácidamente.
Así llegó el viernes y se fue a la costa. El lunes llevó el carrete a revelar, al recogerlo unos días más tarde, ya no recordaba ni la tapia ni las fotos que le hizo. Sentado ante la tele, empezó a mirar las fotos del finde, aparecieron las dos de la tapia extrañamente blanca, en las que misteriosamente no había puerta alguna.

Fin

Rafa Marín

No hay comentarios:

Publicar un comentario