Te imagino sobre un manto de pieles tumbada,
en mi templada tienda de los cuarteles de invierno;
sonriente ninfa de los palacios
secretos del agua,
de las elevadas colinas donde sopla el céfiro.
Te imagino ahora, presta a la dulce batalla,
a la que sucumbiran nuestros cuerpos.
Rafa Marín
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