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viernes, 26 de octubre de 2018

El demonio (relato corto)

Él, como cada noche, llegó borracho a casa. Se sorprendió a ver toda la casa iluminada y como si  se celebrara una fiesta. Se van a enterar pensó...Ya tenía una bonita excusa. Se apeó del automóvil y poniendo la más feroz de sus miradas se dirigió a la entrada.
Abrió destempladamente la puerta, la cual golpeó la pared. De repente su esposa e hijos gritaron con alegría ... ¡SORPRESA!
Él se sintió desconcertado, mientras tomaba la Copa de ron con cola que le ofrecía su mujer con una sonrisa llena de audaces promesas.
Del techo colgaba una pancarta, que con letras de distintos colores anunciaba:
ESTO ES SÓLO EL PRINCIPIO
Satisfecho de si mimo, se sentó en el sofá. Uno de sus hijos le acercó solícito las zapatillas de andar por casa, mientras su hija de ofrecía la segunda copa.
Se arrellanó en su sitial y se aflojó el nudo de la corbata. Por su mente perversa, comenzaron a circular las más atroces fantasías, y una sonrisa maligna se dibujó en su cara, se sentía un demonio en su infierno, un dios con poder absoluto. Y pensaba disfrutar de ese poder, vaya si lo haría.
La habitación estaba en penumbra, en la cama, desnudas, estaban su mujer y su hija. Sonrió, de repente una punzada de dolor le despertó. Estaba atado a la pared con unos grilletes de acero, frente a él, su hija de 15 años y su hijo de 14, lo miraban sonrientes. Ella tenía en las manos unos alicates. El padre aún estando atado, pudo ver sobre su pecho la marca que había dejado la herramienta al apretar su carne.
La niña lo miro audaz y a la vez mensualmente, se acercó y apretó sobre un pezón con saña, él grito, pero sabía que nadie le iba a ayudar. Se sintió tremendamente solo y desvalido. Haciendo un esfuerzo y entre sollozos,  preguntó ... ¿Por qué? Contestó su hijo -  tranquilo padre, esto es sólo el principio. Los niños apagaron la luz al salir.
Del piso superior le llegaba el rumor de música y algunas risas.
Había perdido la noción del tiempo cuando apareció su esposa. Iba desnuda y llevaba un vaso con agua, le dio un sorbo y luego le ayudó a beber. Sabes querido, le dijo susurrándole al oído. - vas a desear no haber nacido.
Le trajeron comida y se durmió.
Cuando despertó, estaba en una atado a los barrotes de una pequeña jaula, sintió ganas de orinar y defecar, pero allí no había donde hacerlo.
Llamó y Llamó, primero a su esposa, luego a sus hijos e hijas. Durante un tiempo que le pareció interminable, nadie acudió. Por fin, entró su hija de 10 años, y tras escuchar sus súplicas, le contestó: Háztelo encima cerdo.
Los días iban pasando, ya no sabía cuantos. Unas veces despertaba atado a un poste y recibía latigazos, otras le aplicaban hierros candentes. Se sentía abotargado y a la vez resignado a su suerte. Un día apareció su mujer, traía una denuncia por desaparición y le explicó que la policía había recibido información que confirmaba que había abandonado el país.
Lloró y supo que su suerte estaba echada. Algún tiempo después y tras sufrir indescriptibles torturas, despertó atado a una camilla; todos estaban presentes y todos tenían cuchillos en las manos.
La familia prosperó tras la desaparición del padre, la esposa encontró un buen empleo y sus hijos mejoraron en el colegio. Eso si, un día al año celebraban la fiesta del demonio derrotado.
Fin
Rafa Marín

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