Miro la calle desierta,
se pierde en un fondo gris;
luces naranjas y niebla.
Miro el banco solitario,
la ambulancia que llega,
la muerte siempre despierta.
Todos miramos desde aquí,
cristales blindados y opacos;
seguridad en cifras y letras.
Ayer, bosques y humedad,
vida contada, horas inciertas;
el hoy es una cruel soledad,
sueños vacíos, camas deshechas.
El amanecer entre nubes llega,
tierra perfumada de lluvia,
un momento de grueso cristal
y la dichosa calle desierta.
Rafa Marín
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