Languidece la musa,
hoy nadie escribirle versos quiere.
Escondida en su rincón,
abrazada a sus costados se estremece.
Ella, que ya nada quiere,
mira los callados labios,
de pasión se estremece.
Grita y a la vez con ilusión,
le dice al poeta que escribir,
cuando a ella se la quiere.
¿Quizás la pudo el amor?
Pues aunque musa es y se cree,
no está a salvo de la boca que hiere;
pues el poeta en su dolor silencia;
palabras, sentires y honor.
Rafa Marín
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