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miércoles, 17 de octubre de 2018

El agujero (relato corto)

Se miró las puntas de las botas, estaban manchadas de barro. Sonrió con el desdén con que sonríe el condenado camino del patíbulo. Se apoyó en el tronco caído y tomó aire tres o cuatro veces, luego corrió en zigzag. El muro estaba a unos 5 metros...no llegó a él.
Bajo sus pies se abrió el suelo, como una inmensa boca que se lo tragaba sin masticar. La caída, aunque corta, posiblemente le salvara la vida. Se puso de rodillas y miró hacia el túnel que se adentran en el subsuelo; no sentía miedo, hacía mucho que ya no sentía nada.
Recordó que en su equipo había una linterna, la tomó y se adentró en la oscuridad. De poco en poco se abrían pasadizos a derecha e izquierda, pero el intuitivamente decidió seguir siempre recto, algo le decía que el final ya no estaba lejos. Llegó a una gran sala.
Casi inperceptiblemente, el túnel iba descendiendo, así que no le sorprendió la magnitud del recinto. Vio varias puertas abiertas y una luz salía de ellas. Había perdido la noción del tiempo, se sentó junto a una puerta y buscó bebida en su mochila. Se sentó y allí sentado, se preguntó ; a dónde iba? Qué buscaba en esa oscuridad subterránea? Las respuestas le llegaron con naturalidad; no buscaba nada, solo se escondía como un ratón, estaba cansado de pelear una guerra que no era suya, estaba cansado de matar y de odiar.
Se quedó dormido, por una vez en varios meses, no necesitó de pastillas ni de compañía, sólo se durmió allí sentado. Cuando despertó, sabía cual era la puerta que debía tomar, sonriendo se dirigió hacia ella y la atravesó.
Varios compañeros miraban el cuerpo caído.
La lucha había sido breve y feroz. Robert, cayó a solo 2 metros del muro que le habría salvado el pellejo. Sus camaradas miraron su cara, entre sorprendida y feliz. Alguien pregunto: Qué pasa por nuestra cabeza cuando muere uno sargento? No lo sé, contestó; quizás nada.
Fin
Rafa Marín




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