Bajo la luz de la luna, en aquella playa
junto a Valencia, quedan humeantes los restos de mil hogueras. Durante todo el
día se han quemado cadáveres, muchos moros y también muchos cristianos. El
poeta llora a la muerte de su señor y comienza con mano firme el cantar de Mío
cid.
Cuenta una leyenda, que mucho tiempo más
tarde, un sultán de Granada, temiendo perder la ciudadela de La Alhambra, buscó
en la biblioteca un libro de magia que pudiera ayudarle. Rebuscando entre los
manuscritos encontró un poema que Abu-I-Walid al Waqqasi, escribió tiempo
atrás. .. Si, este poema era El Cantar de Mío Cid.
El sultán, casi por casualidad, empezó a
leerlo y pronto quedó atrapado por la grandeza de este caballero cristiano.
Acuciado por la necesidad, buscó a una bruja por toda la Vega de Granada, sin
otra intención que despertar al Cid.
De todas las conocidas, ninguna se sentía
poderosa para tan complicado hechizo y cuando el sultán estaba a punto de
desistir, le llegó un nombre al oído. El sultán Muhammad VII, corrió a buscar a
esta mujer y le prometió hacerla rica si conseguía poner al Cid a su servicio.
La mujer, ya vieja y sin deseos aparentes,
le dijo que como pago quería que se edificara una torre en su nombre. El rey
accedió y la víspera del combate contra los cristianos, la bruja al pie de la
muralla de ladrillos rojos, invocó al Cid Campeador.
Aparentemente no ocurrió nada, pero
cuentan, que antes del amanecer, un espectral caballero y su ejército de
fieles, sacudió la hueste cristiana, la cual huyó despavorida, librando así a
Granada de la amenaza.
La bruja, fue a ver al sultán y a reclamar
su premio, pero este se negó a pagar lo prometido.
La bruja maldijo al rey moro y éste, al
que llamaban el zurdo por su destreza con la cimitarra, la decapitó de un
mandoble. Al sultán se le quedó grabada la última frase de la bruja.
"Tú, construirás mi torre con tu
dolor"
Los años pasaron lentamente y nada
perturbaba la paz en el reino. Muhammad se sentía dichoso y su única
preocupación era la felicidad de sus tres hijas.
Una mañana, los cristianos mandaron a una
legación para proponer unos acuerdos al sultán de Granada, ante lo ventajoso
del trato, Muhammad se relajo, y dio permiso a sus hijas para asistir a la
cena.
Todo fue bien, pero a la mañana siguiente,
dos de las princesas, habían huido con sendos caballeros cristianos y Zoraida,
la más pequeña, fue capturada por la guardia. La joven princesa, renegó de la
autoridad del sultán y éste invadido por el dolor, construyó una torre y
encerró de por vida en ella a la princesa. Cuando le preguntaron que con qué nombre
se llamaría a la torre, el sultán entre lágrimas dijo:
- La torre de la bruja, así debéis
llamarla.
Fin
Rafa Marín
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