Cuanta paz perdida,
en oscuras noches de insomnio.
Aceras levantando ecos,
como disparos de trinchera.
Cuantas miradas que invitan,
cuantas manos que lloran.
Cuanta soledad maldita,
muchedumbre que rola,
como el viento en las esquinas.
Cuantos cuanta, cuántos.
Tantos como las oscuras vidas.
Rafa Marín
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